Con la celebración del V Centenario comienza
«una aventura apasionante, la de contar al mundo la historia de una mujer que
descubrió que en el interior del ser humano habita todo un Dios que le
garantiza una vida para siempre».
Mensaje del P. General de los Carmelitas con motivo del V Centenario
de Santa Teresa de Jesús.
Es para nosotros una magnífica oportunidad este quinto Centenario, para que Teresa continúe a hablarnos con la fuerza de su testimonio y de su pasión.
Constatamos,
de día en día, que nuestro ser tiende a reducirse a las proporciones de un
mundo dominado por las dinámicas del poder económico y tecnológico. Creemos ser
omnipotentes, pero en realidad estamos perdiendo lo más grande que posee el ser
humano: su capacidad de amar como Dios lo ama. Teresa nos lleva a esta cima de
nuestro ser, al punto de contacto entre el hombre y Dios, el cual tiene un
rostro y un nombre, el de Jesucristo crucificado y resucitado.
En el
centro del centenario teresiano debe estar aquello que está en el centro del
corazón de Teresa y no aquello que está en el centro de nuestros proyectos
mundanos, de nuestras iniciativas. En el centro del centenario debemos situar
aquello que, a quinientos años de distancia, no ha envejecido, ni mucho menos,
ni ha perdido actualidad, es decir, una vida empapada, herida de Dios, a la
cual ha sido confiada una misión de crucial importancia: recordar a la Iglesia y al ser humano de
todos los tiempos que el centro del hombre es Dios y que el centro de Dios es
el hombre.
Tengo
miedo de denominar a todo esto mística, porque esta etiqueta podría hacer de
Teresa un jardín cerrado, una fuente sellada a la cual sólo pueden acceder unos
pocos elegidos. La misión de Santa Teresa es universal y no es sino una nueva
propuesta del Evangelio, de la alegría del Evangelio, de su frescura, de su
fuerza liberadora y humanizadora.
Teresa
comparte con cualquiera, con toda persona en cualquier lugar del mundo cuyo
andar se pierde en una ruta hacia ninguna dirección, aquello que ella ha
encontrado: una morada y un camino. Precisamente estos son los títulos de sus
obras principales: camino y morada. Si lo pensamos bien, son propiamente las
dimensiones fundamentales que la vida necesita para existir y ser humana, las
cuales sentimos hoy tan amenazadas por un modo de vivir que nos invade y nos
dispersa.
A aquel
camino y aquella morada en las que Teresa ha vivido debería conducirnos este
Centenario. Si no conseguimos ponerlos en el centro, creo que no agradarán a
Santa Teresa las celebraciones que organizaremos para ella, por más solemnes,
atrayentes y refinadas que sean ¡Teresa es una monja simple y pobre, no lo
olvidemos! Una monja con el hábito y las sandalias casi siempre llenos de
polvo, con el rostro marcado por el cansancio físico, con el ánimo a menudo
envuelto en sufrimientos y preocupaciones por sus hermanas y sus hermanos. Más
allá, sin embargo, bajo esta superficie de cansancio y fragilidad, hay una
fuerza y una determinación férreas.
Es la fuerza de quien, a pesar de tener que moverse
continuamente, permanece en casa; es la decisión de quien, en medio de la
complejidad de las situaciones, no pierde de vista la meta que orienta su
camino.
¿Cómo haremos para poner en el centro el camino y la morada de Teresa? Releer sus escritos -como hemos hecho unidos a lo largo de estos últimos años-, es ciertamente un primer paso, de importancia fundamental. Pero no podemos quedarnos quietos. Hemos de pasar a la práctica.
¿Cómo haremos para poner en el centro el camino y la morada de Teresa? Releer sus escritos -como hemos hecho unidos a lo largo de estos últimos años-, es ciertamente un primer paso, de importancia fundamental. Pero no podemos quedarnos quietos. Hemos de pasar a la práctica.
Estamos llamados a reconocer en nosotros mismos
aquello que las palabras de Santa Teresa describen, a encontrar, mi casa y mi
camino. Advierto que ello no se podrá conseguir si no realizamos elecciones. No
sé si tendremos que elegir apagar un poco más a menudo nuestros teléfonos
móviles, nuestros ordenadores, nuestras tabletas o bien -lo que es bastante más
complejo- tendremos más bien que aprender a hacer de todo ello un uso diverso.
De algo sí estoy convencido, es decir, que el Centenario no lo celebraremos
adecuadamente sólo haciendo cosas para honrar la memoria de Santa Teresa, sino
haciéndonos Teresa, si me aceptáis esta expresión un tanto audaz.
Creo que Teresa nos está diciendo lo que San Pablo decía a sus discípulos de Corinto: vosotros mismos sois mi carta de recomendación, "escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo, no sobre tablas de piedra, sino sobre las tablas de carne de vuestros corazones" (2 Cor 3, 2-3).
Creo que Teresa nos está diciendo lo que San Pablo decía a sus discípulos de Corinto: vosotros mismos sois mi carta de recomendación, "escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo, no sobre tablas de piedra, sino sobre las tablas de carne de vuestros corazones" (2 Cor 3, 2-3).
En
conclusión: ¿A dónde nos lleva el Centenario de Teresa? Nos lleva a nuestros
corazones, el lugar donde habita nuestra verdad y la verdad del Dios vivo. Que
ellas se encuentren en el nombre y siguiendo las huellas de la Santa : esta es la única
celebración que podrá alegrar el corazón de la Madre y hacerle sentir la fecundidad de su
búsqueda, de su lucha, de su infatigable peregrinar.
Ávila, 14
de octubre de 2014
Saaverio Canistrá, el prepósito general de la Orden del Carmelo
Convento
de "La Santa "
http://www.carmelitaniscalzi.com/ampliar-noticia/mensaje-del-p--general-con-motivo-del-v-centenario#.VEAm0Gd_vfI
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