la gracia de la unión íntima
con Dios (o el cuarto grado de la oración teresiana):
Se puede
comparar con el campesino que ante las lluvias de primavera puede descansar y
gozar porqué sabe que todo lo hace Dios. Y para Santa Teresa, aunque sólo se
trate de algunos momentos de tener "una unión íntima con Dios", esto
es, de "ser uno con el Padre como Jesús", lo que ya merece todo el
gozo del alma. Por eso el centro de este grado de oración, como lo será de las
últimas moradas del castillo interior, es una unión íntima con Dios; sentirlo y
gozarlo por puro don de Dios, es un regalo el poder vivir momentos de una
felicidad inmensa.
En el tercer
grado de oración no todas las potencias del alma estaban "juntas";
podían estar dispersas la imaginación o memoria, mientras la voluntad siguiera
unida a Dios. Pues bien, ahora se da una unión tan íntima que "ya se ocupan todos los
sentidos en este gozo, de manera que no queda ninguno desocupado para ocuparse
en otra cosa ni exterior ni interiormente". Y Santa Teresa intenta
explicar esta presencia de Dios al orante diciendo: "el cómo es ésta que
llaman unión y lo que és, yo no lo sé dar a entender". Todo es pura
contemplación mística.
Los efectos de
esta oración que producen en el alma
Porqué, ¿de qué
serviría este estado místico si no lleva al cambio interior, a la vida nueva, a
ese nacer de nuevo de que habla Jesús a Nicodemo?. nos podemos preguntar:
El primer efecto
que produce en la persona que lo vive como gracia de Dios esla humildad,
al reconocer la gratuidad de este regalo que le hace Dios. Dice la Santa : "Va tan fuera la
vanagloria que no le parece la podría tener por que al alma le cerraron la
puerta a todos los sentidos para que más pudiese gozar del Señor y quedarse
sola con El, y ¿ qué ha de hacer sino amarle?"
Otro de los
efectos mas apreciados por Santa Teresa es el de "aprovechar al prójimo",
o sea, el ayudar a otros a encontrarse con el don de la oración y hacer mejor
servicio a los demás, esto es, la caridad que crece y se comunica. Y la persona
que llega a este estado pasa
por encima de las murmuraciones y
no responde a ellas con enojo o con disculpas, porqué siempre se siente pobre,
no busca el prestigio ni la fama, sino sólo la voluntad de Dios y el"contemplarle
a El".
Otro efecto es
aquel de tanta intensidad mística que podemos llamar "el deseo de ver a Dios cara a
cara". San Pablo o Moisés lo experimentaron también y ello produce un
efecto de pena y gozo grandes: gozo de la presencia intuida de Dios y dolor por
su ausencia en esta vida. Es el "vivo
sin vivir en mi, y tan alta vida espero, que muero porque no muero".
Pero es precisamente de esta experiencia fuente de gozo y dolor mezclados como
experiencia profunda de amor y de unión con Dios de donde sucederían los
efectos mas enriquecedores de la persona, unificándola y haciéndola dueña de sí
misma con una libertad interior que es también fruto de la unión con
Dios.
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